Mientras la noche viajaba lentamente hacia su fin, vimos caer a emisarios del alba arrojando tizones hacia el porvenir, para encender las almas. Hoy que la sombra engorda como un voraz tambor, nadie común se asombra de lo que ya pasó. Entra un milenio con sus cadenas poniendo música al andar, como un fantasma de viejas penas y nueva sed por degollar. Tiempo de ser fantasma, tiempo de maldecir y no entregar el alma, para sobrevivir. Una vez más acompaña la muerte: es hora de siempre. Una vez más el espacio se adunca: es hora de nunca. Tiempo de ser fantasma, tiempo de no entregar el alma. Tiempo de ayer, tiempo de hoy, tiempo de ser fantasma.