Nos dejaron las balas y un enjambre de abejas, ese fue su tesoro y una noche oxidada. Nos alzaron en brazos, descubrimos planetas, nos creímos tan fuertes como héroes de guerra. Y en mitad del relámpago llegó el mal de altura, fuimos sed en el aire pero boca en la tierra. Ahora alumbras las horas con guiños que se escapan cubriendo el recuerdo con bandejas de plata. Y nos echamos tanto de menos que nos da por despegar en avenidas de pegamento, clavados por las rodillas. Y en mitad del relámpago llegó el mal de altura, fuimos sed en el aire pero boca en la tierra. La antena está abierta esperando la señal, la señal que no llega a esta sala de espera es una eternidad. Al tesoro perfecto lo cubrió la tormenta con aviones cruzándose en la noche más negra. Y en mitad del relámpago llegó el mal de altura, fuimos sed en el aire pero boca en la tierra.