Como las tamboras que se oyen por la selva resonar, como el tic, tic, tac del reloj que cuenta las horas al pasar. Como el repicar de la lluvia en un techo de metal una voz muy quedo me repite tú, tú, tú. No soñé que tú al partir noche y día sufriría tanto por ti. Por doquiera que yo voy me persigue siempre tu querer y pienso en ti sin cesar. Yo juré no recordar nada que le diera penas a mi corazón. Y la vida pudo más condenándome a padecer por tu querer sin piedad. Yo no sé si sufrirás también pero si todavía quieres darme tu corazón a mis brazos vuelve que noche y día pasaré bendiciéndote por tu amor: no soñé.