El lunes es negro como la vieja cueva y el martes marrón, como aquel campo de hueco el miércoles verde que en el palmar renueva su músculo largo al cielo patiseco. El jueves, azul, como son tus ojos y el viernes se asoma lejano y amarillo los sábados grises, nublados, ojeroso y el domingo dorado como el más caro anillo. ¡Ay, qué manía la mía de incorporar colores hasta en la rosa que nos lo facilita! ¡Ay qué manía la mía de reinventar canciones que ya ningún mortal rescata o necesita! El amor es rojo as de corazones y el odio es oscuro, torvo e indefinido la alegría es naranja, como las vacaciones y la amistad resalta como se ha repetido. El sueño es rosado si tienes menos veinte la pesadilla sepia, difusa y cenagosa y el despertar ya tiene el fulgor de lo que siente simplemente sucede y después, a otra cosa. ¡Ay que manía la mía de incorporar colores!