Cada vez que me encuentro a la jauría de prosélitos de causas y aprendices de Mesías, perdedor en la batalla, como barco a la deriva, sigo a la mar. Cada vez que me enfrento a las heridas que levantan las estatuas de un pasado de reliquias, perdedor en la batalla, como barco a la deriva, sigo a la mar. La mar que siempre espera, fiel origen del latido, compañera, la mar, hembra primera, generosa sementera de la vida. Cada vez que me oponen las delicias de futuros sin fantasmas como rosas sin espinas, perdedor en la batalla, como barco a la deriva, sigo a la mar. Cada vez que la lógica me obliga a creer que es necesaria como punto de partida, perdedor en la batalla, como barco a la deriva, sigo a la mar. Cada vez.