En un ranchito de Alsina tengo el hogar de mi vida, con cerco de cina-cina y corredor de glicinas. Hay un aljibe pintado, bajo un parral de uva rosa, y una camelia mimosa temblando sobre el brocal. Y allí también estás frisón y eres mi lujo de cuarteador. Rocín feliz, de crin azul, famoso por todo el sur. Cuando el domingo asolea por no hacer de perezoso, traigo el balde desde el pozo y refresco el corredor. Y aprovechando el fresquito me siento bajo la parra y al compás de mi guitarra canto décimas de amor. En mi ranchito de Alsina paso tranquilo las horas, junto al amor de la china, que me respeta y me adora. Y, entre su amor y las cosas que adornan toda mi suerte, temo, nomás, que la muerte me saque de ese rincón.