El silencio de esta noche es abrumante. Doloroso me resulta recordarte. Cuando te fuiste me arrancaste y me alejaste, de tu sol, de tu calor. Y pregúntaselo a dios, él me oyó. Cuántas veces confesé, le hablé de ti amor; de toda la falta que haces y los planes que deshaces. Tan sólo quería explicarte, que a lo mejor... Ésta no es la mejor excusa para llamar de madrugada, pero quería escuchar tu voz. Que a lo mejor... estoy fallando a mi palabra; de no buscarte nunca, nunca. Pero es que no podía dormir. Y es que me la paso pensando en ti; en tu mirada, en tu sonrisa. En tu manera tan distinta de hacerme reír. Ooh si tú estuvieras aquí, todo sería tan feliz. El mejor motivo pa reír y parar de sufrir es tenerte junto a mí. O a lo mejor, se me subieron las copas. Pero entre copa y copa el sentimiento aflora y tu recuerdo crece hora con hora. Y de una explicación, llegó la hora. El seguir el latido de un corazón envuelto en una pasión, es la mejor justificación de dar todo por amar, llorar, reír y perdonar. Sin ningún remordimiento, acordando el bello momento de entregar. No hay nada como una mirada enamorada, mirando en lo profundo de tus ojos contemplando nada, anonadada. Pensando en todo y calculando el modo de cómo con amor sobrellevar esta vida terrenal, haciendo caso omiso del aspecto material. Libre de odiar. Interpretando pensamientos, haciendo exposiciones de los bellos sentimientos. Cómo recuerdo yo aquellos momentos, que ahora son sólo una visión del pasado hacia la vida mía. Te sentía tan mía, pero tu corazón a otro pertenecía. Y no quiero ni pensar en que daría. Hasta la vida mía yo podría ofrecerte, te bajaría una estrella para convencerte, te escribiría una poesía todas las noches para enamorarte. Sería honesto y sincero para no enfadarte, sólo quererte, comprenderte y respetarte. Y por qué no? Hasta pelearte, para así, tener que reconciliarte. Y darme a la dulce tarea de volver a enamorarte. Espero no hartarte, pero es que tan sólo con mirarte y besarte provocaste todo este arte que suena a cursilería. Pero quién diría que con todo este amor que yo siento no podría cumplir mi promesa. Yo sólo llamé para poner mis cartas sobre la mesa y confesarte ésto, a ver si así el dolor cesa. O a lo mejor... tengo que cambiar mi ambición, y no hacerle caso al corazón. Será mejor decir adiós...