Cuando soy un taxista siempre el mar está cerca. Cuando soy un pianista acaricio las notas de tu corazón. Cuando soy un pintor, pinto tu alma de almendros. Cuando soy cocinero sabe tu boca a cabellos de ángel. Y cuando soy yo mismo, te regalo las llaves de mi laberinto. Cuando soy un obispo, son tus besos catedrales. Cuando soy un ladrón, robo todas tus penas. Cuando soy un piloto te veo en cada nube. Cuando soy un mendigo brillo de codicia al verte. Y cuando soy yo mismo, te regalo las llaves de mi laberinto. Cuando soy un albañil, te construyo un palafito. Cuando soy un profesor apruebo tu conducta. Cuando soy un marinero te regalo los vientos. Y cuando soy un juez te declaro inocente. Y cuando soy yo mismo, te regalo las llaves de mi laberinto.