Gélida, cómo una roca de acero y mal... Se escarchó, tras pasar por el umbral, no se hundió, entre témpanos y sal. Dar con la cabeza en la pared una y otra vez, hasta sangrar su sien, y ver desfallecer a un angustioso ser, que se retuerce al ver frustrado su querer. La ansiedad, que le atormenta en su oscuridad. Gélida, como una roca de acero y mal. Despreció cualquier don hallado en él, nunca fue para el paladar la miel. Ríos de odio y mares de rencor en una eternidad manchada de dolor. cumplir condena por un lamentable error que no tendrá final hasta acabar los dos. La ansiedad, que le atormenta en su oscuridad. Gélida, como una roca de acero y mal. Corromper la vida sin saber que herida vas a hacer, sin valorar después los lustros de dolor, las almas sin calor, la triste inmensidad, la herencia de los dos... ¡de los dos! Letra y música: Leo Jiménez.