El amor, como la vida, mantiene su llama viva si uno agrega más carbones es una brasa encendida. Tristezas, melancolías, con el humito se alejan, el cielo le abre sus nubes y con la lluvia regresan. El carbón cuando es muy joven, su chisperío hace un juego, pero la chispa que salta enciende otro carbón nuevo. Hay que ponerle más fuego al corazón y a las manos, la vida como un espejo, devuelve lo que entregamos. Corazón de palo verde nunca te enciende la llama, sólo los troncos añosos nos van encendiendo el alma. Brasita que se consume como un almita sin pena, de tanto mirar cenizas uno muy solo se queda. El viento acaricia el fuego, aliento suave del aire, mis ojos son dos carbones quemados por un desaire. Hay que ponerle más fuego al corazón y a las manos, la vida como un espejo, devuelve lo que entregamos.