Le pinté un cuatro al Coyote y me fui para la sierra. El Coyote era un bandido nacido allá por mi tierra. Lo conocí desde niños: fuimos juntos a la escuela. A las primeras lecciones se sabía lo que intentaba porque cantaba canciones pelando con su guitarra; y aunque perdiera ilusiones con sus ojos no lloroaba. Aquella noche de mayo le gustó mi María Elena. Pero yo llegué a caballo: ya tenía cita con ella. Cuando bajé de la sierra me encaré con el Coyote, y, abrazando a María Elena, le dije ya tiene nombre porque en la Ermita Sagrada nos casó el cura del monte. Él agachó la cabeza y se fue cobardemente. Pero como era coyote se devolvió de repente: él me buscaba la espalda, pero yo le hallé la frente. Coyote, Coyote altivo, que no respetaste amores, pudiendo ser buen amigo te mataron tus traiciones.